Tuesday, May 27, 2008


Agua de Mayo

que mojas nuestros sexos,

el mes para limpiar la casa,

sacar los espíritus del closet

y emprender largos viajes,

el granizo nos rompe las ilusiones

y quedamos congelados

al dar las doce campanadas

mientras perdemos la última zapatilla

en un lugar

adonde jamás

podremos regresar.


(Foto: Oneida Caldera/Magacine)

Friday, May 9, 2008


Muchacha con guitarra
que siempre regresas en Abril,
eres el pez que resbala entre mis esfuerzos
por decirte que eres libre,
que yo no quiero pescarte
para que seas mi almuerzo,
ni siquiera te veo en mi pecera,
porque tú eres el pez con guitarra
que escuché cuando me tocó nacer
esperándome,
mi sombra de mujer
esperándome,
hasta ese día
cuando finalmente nadas
entre mis brazos
con forma
de guitarra,
con forma de mujer.
Ella tiene carne de perro.
¿Has visto una perra extraviada después que la jauría la muerde?
Ella tiene esa carne
donde las heridas no cicatrizan
y se quedan abiertas para siempre.
Ella vino al mundo a sufrir.
Ella vino al mundo a sufrir por todos nosotros.
Alguna vez le miré a los ojos en medio de una borrachera
y comprendí que yo amaba esos ojos.
Supe que esa perra tenía la carne más deliciosa que he probado.
Supe que yo era su perro.

Bésame de verdad.
Creo que nunca me has besado,
siempre te reservas para después,
como si aún no hubiese llegado el momento,
como que hoy no es el día...
Pero hoy es el día...
y tú no lo sabes.
Quiero que tu lengua sea el último pez
y que las olas
jamás te separen de mi cuerpo.
Bésame, mujercita de Abril
y déjame ser tu sombra
aunque desaparezcas cada día
como la mañana
y la luna
desaparecen también.

Te quiero, mujercita mía,
¿Y eso qué?
Otros te han querido también.
Pero ninguno jamás
cruzará la puerta que tú y yo
vamos a cruzar.
Tú no entiendes el amor de un poeta
por eso dijiste el otro día
que yo te quería
pero que no te amaba todavía.
Es que a tí nunca te amó un poeta
como ahora
te amo yo.
Alguna vez
entre las ruinas de una ciudad
ya olvidada por sus puentes
encontré tu guitarra rota
y los pasos mutilados de una bicicleta
que nadie más volverá a correr,
pero yo sé que tú regresas con la primavera
como un animal de fiesta, disfrazada
con tu antifaz de lujuria y borrachera,
amiga de los perros
y los saltimbanquis de Santa Monica,
viajera sin brújula y perdida en el mar
de tus sentimientos ocultos
para que nadie pueda ver
esa muchacha de luz
que enarbola su guitarra mientras
navega en su bicicleta contra el sol
para que nadie pueda ver
a esa muchacha de luz
que sólo yo veo.


Fotos y poemas de Jorge Luis Rodríguez